Primeras impresiones

atun encebollao

Hace dos semanas, de vacaciones por uno de los múltiples pueblos de la provincia de Cádiz recalamos en uno de los templos mundiales del atún: El Campero.

Llegamos temprano, nos acomodamos en la terraza y empezamos a dialogar con el camarero para decidir lo que íbamos a cenar. Evidentemente, queríamos cenar atún de almadraba, así que nos decidimos por un tataki y un morrillo a la plancha, con unas gambas blancas de entrante. Todo bien, sin emoción pero sin queja, en cantidades un poco justas para los precios de los platos, así que nos decidimos a pedir un par de postres pues habíamos leído a encantadisimo en el blog de amphitrion que los postres estaban a gran altura. Pues bien, debimos tener mala suerte porque, a pesar de su precio (7 euros) nos parecieron bastante ramplones, con un milhojas de chocolate con helado que llegó en lamentable estado, revenido el hojaldre y con cristales el helado. Pagamos y nos fuimos con un sabor de boca ligeramente agridulce. La cena había estado bien pero nada nos había emocionado.

No pasa nada y, además, como dice mi compañero nopisto, esto de comer es como el deporte, a veces el Madrid, el Barça o el Atleti juegan de coña y, a veces, juegan como el culo. Pero la entrada sigue costando 50 euros.

Total, que al día siguiente nos vamos para Sanlucar y nos encontramos allí con un par de lugareños que son -además- buenos amigos, con quienes comentamos la jugada y que nos dicen que, si volvemos, pidamos tal y cual, que es lo que más les gusta.

Una semana tardamos en volver, y a fé que mereció la pena. Llegamos esta vez sin reserva y nos dieron la penúltima mesa libre. Nos atiende otro camarero que, en vez de recomendarnos las gambas (a 27 euros la docena) nos recomienda empezar por una sardina moruna que nos dejó flipando (a 2 euros por comensal), con un lomo de sardina limpio y desespinado, ligeramente marinado y sobre un puré con aroma especiado… delicioso. Viene detrás un sashimi que había visto en la web y que me pareció un poco insípido (¿el congelado?), pero que fue rápidamente olvidado por una ventresca de atún que quedará en nuestra memoria por los siglos de los siglos, por aroma, por textura, por intensidad de sabor de esa grasa entreverada… a años luz del morrillo de la semana anterior. Y rematamos con un plato trascendental, de esos que se inventan por necesidad y que no necesitan nada más que su genial simplicidad para ser símplemente geniales: el atún encebollao. Se acerca el camarero (seguro de sí mismo, claro) y tras trasladarle nuestra entusiasta opinión, se encoge de hombros y concluye: «un guiso barbateño». Válganos Dios con el guiso. Qué textura la del atún. Qué cebolla. Qué caldo concentrado. Trascendental.

El cuento viene a cuento de todas esas veces que hemos crucificado a un restaurante por una mala experiencia. Por habernos equivocado al pedir. Por no haber logrado la complicidad con el jefe de sala o el camarero. Porque ese día el cocinero tiene gripe y no acertó con el punto de sal, o porque, en definitiva, los que nos dan de comer son personas y tienen días mejores y peores, como todo el mundo y nosotros no entendemos que, precisamente ese día, que nosotros llevamos quizá esperando un mes, ha salido el día torcido.

Ojo, que no pretendo disculpar la mediocridad, la mala fé, o la simple incapacidad de los restaurantes. Ese es otro tema.

Por cierto, en nuestra segunda visita, no tomamos postre. Y en ambos casos, pagamos unos 110 euros para dos personas.

pisto

23 Comments

  1. Me alegro de que no saliérais con mal recuerdo de mi tierra.

    Me ha gustado lo de la genial simplicidad: el atún encebollao yo siempre lo pongo como paradigma de la cocina gaditana.

    Un saludo

  2. tragaldabas

    yo estuve la semana pasada y bastante bien..

    surtido de almadraba en aceite
    croquetillas de pescado y gamba
    ensalada de mormo confitado con mango
    pez de san pedro a la plancha
    tataki de atun (un poco flojo)
    morrillo plancha
    cremoso de chcolate y helado de naranja sanguina
    milhojas
    cujada con gelatina de pera
    cafes

    todo para compartir, 144 euros, con una botella de Maestrante bien fresquita y otra de agua.

  3. La última vez que estuve tomé ventresca y también morrillo. La ventresca, efectivamente, estaba fenomenal pero el morrillo me pareció superior. Menos graso, con una textura tan melosa como la ventresca y más sabroso que aquella. Los postres (mouse de cabrales y un helado de chocolate con crema de vainilla y regado en un mar de aceite de oliva) estuvieron magníficos.

    Por supuesto, la irregularidad puede afectar a este y otros restaurantes pero en la valoración de una comida también hay que tener presente el control de las expectativas previas y las preferencias personales de cada comensal.

  4. pisto

    tragaldabas,

    ¿para cuantos esa comida/cena? ¿Estaba tu milhojas reblandecido o crujía como buen hojaldre?

    encantadísimo,

    soy un fan del morrillo pero a mí me pareció superior la ventresca porque quedó roja por el centro y jugooosa. No hubo color. En cuanto a los postres, ¿no crees que cuando le ponen un precio de 7 euros cada uno están contribuyendo a generar expectativas? De todos modos, no quiero que el post degenere en una justificación de mi primera «no tan buena» experiencia (me niego a calificarla de mala). El post va de otra cosa.

  5. tragalda

    ah, las milhojas OK
    De todas formas por los 144 pavos que pague (a gusto por cierto) te puedes meter verdaderos homenajes por la zona.
    Es mas, en algun bar que otro es imposible gastarse ese dinero porque antes revientas, y con un atun encebollado o en tomate que nada tiene que envidiar al campero, sobre todo en relacion calidad-precio

  6. pisto

    Toni,

    no tengo más recomendaciones fuera de las más trilladas puesto que la mayor parte de los días nos quedábamos tapeando por la zona de nuestro hotel y no había nada realmente destacable.

  7. enric murio

    El post creo que va de crítica gastronómica y de que hasta que punto son fiables las experiencias puntuales, especialmente cuando vienen de aficionados por muy entendidos que sean. No se trata de paladar ni de educación sino de método lo que viene al caso. No soy muy amigo de las guías profesionales de restaurantes porque con frecuencia no están actualizadas y aún peor, a veces sesgadas por intereses dudosos. Las que son serias, y en ello se juegan su prestigio, forman a su cuerpo de catadores en seguir invariablemente normas estrictas que acercan su juicio crítico al método científico. Los que somos aficionados, en general no aplicamos semejante procedimiento ni en la forma ni en el fondo ya que ahuyentaría en parte el placer de una buena comida y mas bien nos dejamos llevar por unas circunstancias, las mas de las veces, de talante predominantemente festivo. Cierto que puede haber excepciones, pero creo que nuestra opinión está sometida a tantas variables que es poco fiable, si se entiende por fiabilidad la capacidad de juzgar con acierto la mayor o menor bondad de un establecimiento en la inmensa mayoría de las ocasiones. Dejémoslo pues como un juego divertido sin pretensiones.

  8. enric, ni los métodos de las guías profesionales son capaces de «juzgar con acierto la mayor o menor bondad de un establecimiento en la inmensa mayoría de ocasiones» (sic), de ahí su declive y su interés decreciente entre aficionados a la gastronomía. Es mucho más fiable la opinión de un aficionado (o profesional, da igual) que se limite a juzgar una experiencia concreta. El contraste entre varias de ellas sí que da una idea clara de la bondad del lugar.

  9. nopisto

    Claro, pero la grandeza de Pisto es reconocer que con una sola visita no te puedes hacer una imagen real del restaurante, puedes haber tenido muy buena o muy mala suerte. En ese sentido el mejor restaurante es el que menos falla.

    Yo cada vez evito más recomendar restaurantes. El sitio que a mi me ha encantado, a otro le parece un horror porque yo lo valoraba por su comida y otro lo quiere para una cena romántica, y otro para una comida de negocios. Y quizá yo valore más el producto y los puntos de cocción y otro la presentación y complejidad de los platos, y otro la carta de vinos… No es sencillo.

    Por eso mismo lo de las guías es muy complicado. La mayoría de las veces solo sirven para informar del teléfono y la dirección del sitio y, para mi, esto ya es de una gran ayuda.

  10. Sefalopodo

    Buenas,
    en cuanto a la valoración de El Campero creo que al personal se le ha ido un poco la pinza. No como allí desde que le dieron ese cambio, a mi parecer algo cursi; pero por las muchas referencias que tengo no ha mejorado la calidad general, al menos en lo que siempre hicieron bien: buen producto bien tratado y preparaciones típicas de la zona, y esto con un producto de primera como el atun de almadraba no es un gran logro. Y los precios son exagerados. Ahora no pagaría esas cantidades por tomar un morrillo asado o a la plancha, ya me lo hago en casa con el mismo atún que ellos (a 40 euretes el kilo!). Y para el resto de la carta, incluyendo la de vinos, hay sitios estupendos en la zona: Casa Torres en Barbate; Venta Pinto, La Carreteria o La Casa del Califa en Vejer, y Benalup Golf en Benalup, por citar algunos muy cerquita de Barbate. Para un buen guiso gaditano hay mil tascas, no todas estupendas pero muchas muy decentes.
    En cuanto a las primeras impresiones, coincido con la idea de que lo mejor que puede ofrecer un restaurante es regularidad, ser (dentro de lo que cabe) predecibles; que mal lo pasa uno cuando recomienda fervientemente un plato de un sitio y le toca el día malo del cocinero… se te quitan las ganas de recomendar nada. Supongo que todos recurrimos a lo que sabemos que no suele fallar, y hacemos escasas incursiones en territorios desconocidos, con escepticismo y siempre con la idea en la cabeza de esperar lo mejor y prepararse por lo peor.
    Por último, muy honesta la idea de Pisto de olvidar una primera experiencia insatisfactoria, pero a cambio de esos precios yo pediria al menos explicaciones.
    Saludos cordiales,

  11. pisto

    Sefalopodo,

    gracias por tu comentario. Yo no conocí El Campero antes de la reforma. Es cierto que los precios no son baratos, pero también es verdad que la segunda cena, para dos personas, con una botella de vino (Pazo de Señorans 2007) salió por 110 euros, que me pareció barato teniendo en cuenta el placer recibido. El primer día (yo no diría insatisfactorio), las gambas se llevaron 27 euros y los postres 14. Un total de 41 euros de la factura total.

    Nunca olvidaré que, tras una comida apoteósica en un restaurante con estrella Michelin, le insistí a encantadisimo de que teníamos que ir allí a comer. Pues la segunda vez fue un fracaso absoluto. Fue una comida carísima, del entorno de 70 euros por cabeza, en la que la mitad de los platos de la carta no los tenían, el postre emblema lo hacían ahora con otros ingredientes porque no les había llegado el suministro habitual… un fracaso absoluto.

    Y, sí, el problema es que, como consumidores, queremos la perfección por nuestro dinero, porque el consumidor siempre deja sus billetes o su tarjeta y estos son siempre buenos, mientras que la comida tiene un componente de irregularidad. Antes era más intolerante. Ahora cocino más en casa.

  12. eldiletante

    No creo que ningún bloguero con dos de dos de frente pretenda tener una opinión definitiva de un sitio con una sola visita. Creo que lo bueno de esto de internet es que la opinión se forma en comunidad, que existen los comments, y entre todo lo que aporta cada uno se puede hacer un croquis bastante aproximado de lo que puede ser un restaurante. Incluso aunque no todo sume. A lo mejor, si solo hubieras ido la primera vez, alguien por internet podría haber sido el que hubiera comentado que esa ventresca y ese bonito encebollado les habían parecido sublimes, y en ambas cosas, en la primera y en la segunda, se tendría razón. El conjunto de ambas va a ser mucho más rico que la opinión de ninguna guía, ni de ningún crítico de los que piden alfombra roja, aún, siendo aún, seguro, imperfecta

  13. Hombre, pisto, yo no considero un fracaso absoluto aquella comida en el estrellado asturiano. Desde luego no pongo en duda que otras veces allí se coma mejor, y también es cierto que no superó mis expectativas, pero tampoco estuvo tan mal. De hecho, he comido peor últimamente en algún otro estrellado más cercano a mi domicilio. Esa irregularidad es la que nunca reflejan las guías, de ahí el gran valor de las opiniones particulares.

  14. Sefalopodo

    Gracias y de nadas.
    Que si, que hay que ser tolerante en todo en esta vida, cada día me lo repito a mi mismo, en cada actividad en la que participo, sea en casa o en la calle.
    Pero, ¿no sigue siendo nuestra casi única respuesta a una no tan buena experiencia una meditada y sincera crítica? y no me refiero a ser dañino y falto de argumentos.
    De verdad que alabo la idea de no tirar por tierra el trabajo de los demás cuando nos topamos con un plato mal hecho o una preparación poco lograda, pero creo que simplemente es justo poner a cada uno en su sitio. Es lo que tiene la competencia, los buenos deben sobrevivir; los demás pueden ir tirando, que ya es bastante en un negocio como este. El Éxito debe estar reservado a los buenos de verdad, y a esos, loas y alabanzas.
    Y creo, Pisto, que al final me das algo de razón: yo también me lo pienso cuando se trata de disfrutar: quizás en casa, en buena compañía y con algo de esfuerzo se consiguen cosas mágicas.
    Saludos cordiales.

  15. Ligasalsas

    A mí tampoco me gusta recomendar sitios. Y si es en Galicia directamente paso. Yo no recomiendo, cuento lo que me pasa y luego cada uno de su capa un sayo. En cualquier caso una mala experiencia y una mala experiencia da un 50% de probabilidad. Conozco a alguno que dice que a la primera mala no vuelve.

    En el fondo, como dice un cocinero que ejerce en Madrid, mejor un cocinero genial pero irregular, que uno irregular y aburrido.

  16. Guaje

    ¡Hola a todos!

    Esto que tú comentas me ha pasado a mi muchas veces, esta semana la ultima. Sitios a los que vas porque te han recomendado su gran cocina, su regularidad, etc.. y luego vas y no es lo que esperabas. Te desilusionas enormemente, y entran las dudas que tú comentas de volver ó no. Por supuesto que todos en nuestros trabajos tenemos fallos y días malos, por los que si nos hiciesen una valoración final estaríamos jodidos. Los hostelería no es un trabajo en cadena, es puro arte, reunir y escoger una serie de alimentos de calidad ya tiene mérito, cocinarlos para que todo tenga sentido otro, y sacar el mayor sabor y textura a estos ingredientes ya es la repanocha. Entiendo que no es un A+B y todo sale perfecto, hay días malos y uno de esos te puede tocar a ti pero, es normal que costando lo que cuesta hoy día salir a comer fuera de casa exijamos que todo salga bien.

  17. – » El cuento viene a cuento de todas esas veces que hemos crucificado a un restaurante por una mala experiencia. Por – habernos equivocado al pedir. Por no haber logrado la complicidad con el jefe de sala o el camarero. Porque ese día el cocinero tiene gripe y no acertó con el punto de sal, o porque, en definitiva, los que nos dan de comer son personas y tienen días mejores y peores, como todo el mundo y nosotros no entendemos que, precisamente ese día, que nosotros llevamos quizá esperando un mes, ha salido el día torcido. – «
    Esto que comentas es la clave ! Acabas de dar en el centro de la diana !

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