Elogio y Crítica de la Cata Ciega

Son muchos los blogs que discuten últimamente sobre la Cata Ciega como elemento para enjuiciar y valorar los vinos. No me dirán que no es atractivo el tema: probar las cosas sin ser influenciado por su reputación, por su fama, por la marca.

Y es que eso es una cata ciega: valorar los productos por lo que son, desde un punto de vista meramente organoléptico, de forma comparada a otros productos similares.

El sistema de revisión ciego es muy habitual en determinados campos, como en el de los documentos científicos, en el que antes de que un trabajo sea publicado en una revista de prestigio, hay dos o tres especialistas del mismo campo que, sin conocer el nombre del autor del trabajo, lo critican para darle el visto bueno, para mejorarlo, o directamente para rechazarlo. ¿Se imaginan ustedes que Florentino Arzuaga, Emilio Moro y Javier Ausás recibieran una muestra de un nuevo vino que pretende llevar la contraetiqueta de Ribera del Duero y tuvieran que decidir si «Sí» o si «No»?. ¿Y que otros tres recibieran los vinos de Arzuaga, Moro y Alión?

Volviendo al tema enogastronómico, la idea de la cata ciega es muy interesante. Y esto por varios motivos:

En primer lugar, porque los catadores son influenciables, y eliminando información exógena se evita que en la valoración del vino exista una componente espúrea (no relacionada con la calidad intrínseca del producto).

En segundo lugar, porque permite al catador concentrarse en lo realmente importante, el producto a evaluar.

En tercer lugar, porque obliga al catador a ser humilde y a no dar nada por sentado (este vino famoso tiene que ser bueno).

Sin embargo, las catas ciegas también tienen inconvenientes:

El primer inconveniente es la dificultad de organizar bien una cata ciega. He tenido la fortuna de asistir a algún evento memorable en el que se cataban a ciegas 40 vinos numerados del 1 al 40, existiendo 40 catadores, catando en un orden riguroso establecido de antemano de modo que ningún catador comenzaba por el mismo vino, y unos cataban en sentido ascendente y otros en sentido descendente. Con esto se pretendía minimizar el impacto de la fatiga palatal, se eliminaba el efecto negativo en una cata que sufre el primer vino catado (pues cada catador tenía un primer vino diferente), se eliminaba el efecto de estar situado antes o después de un vino potente o sutil, etc. Pero, estarán conmigo, es una organización muy difícil.

El segundo inconveniente hace referencia a la composición de la cata. En muchas ocasiones, se incluyen vinos en una cata ciega que no son comparables entre sí ni por estilo, ni por añada. No tiene sentido catar en 2007 los Riojas del 2004 y los del 2005 juntos porque los del 2004 van a estar más abiertos y disfrutables y, por tanto, se penalizará a los 2005 -recién embotellados- en detrimento de los 2004. A ciegas, el catador no sabe si está catando un 2004 ó un 2005, y una apreciación de «tánico» no significa lo mismo en uno que en otro. ¿Se cambian las puntuaciones al destapar? Supongo que no, lo que implica un problema. (Si me cuentan que el catador experimentado es capaz de detectar esto y tenerlo en cuenta, entonces no me digan que ese mismo catador no es capaz de abstraerse frente a la etiqueta).

El tercer inconveniente es la preparación de los vinos para la cata. ¿Nos hemos asegurado que todos los vinos lleguen reposados? ¿Lleva alguno seis meses en el local donde solemos catar, encima de una repisa, a temperatura de confort de Siglo XXI? Por el contrario, ¿acabamos de recibir una botella por mensajero esta mañana?

Abundando en este tercer inconveniente, ¿hemos preparado los vinos que precisan decantación? Cuando uno se enfrenta a 30 ó 40 vinos en una cata ciega, normalmente no dispone de 30 ó 40 copas para dejarlos evolucionar.

En cuarto lugar, uno de los más graves problemas de las catas a ciegas es que se hacen cuando pueden ser útiles (al salir los vinos al mercado) y no cuando son veraces (cuando se deben beber los vinos). Puede ocurrir, por ejemplo, que un Cru Bourgeois 2005 esté más disfrutable en 2008 que un Latour 2005 pero, ¿qué pensaríamos en 2025?

En quinto lugar, y dado que muchos catadores son (somos) al mismo tiempo consumidores, he observado un cierto regocijo en varios blogs por los palos a las vacas sagradas, como un triunfo del consumidor frente a la industria. Precisamente el martes compartía mesa con unos amigos en torno a seis vinos toscanos y noté verdadera satisfacción vengativa entre mis amigos porque el vino que menos les había gustado era el más caro. A las tres horas de comenzar la cata, eso sí, el vino había disipado toda la reducción que tan cargante les resultaba y estaba tremendo. Pero los puntos estaban anotados y las valoraciones hechas. Un ejemplo -el de mi grupo de cata- de cata mal organizada, por incluir dos vinos con más pretensiones en un grupo de seis Brunello di Montalcino, ya que los vinos que más gustaron eran los más abiertos desde el principio, y no necesariamente los más estructurados o con mayor potencial de guarda.

En resumen, y por eso titulo esta entrada como «Elogio y Crítica», yo me lo paso muy bien catando vinos (o patatas fritas, o conservas de sardinilla) a ciegas, pero hay que ser consciente de que todo método conlleva unas limitaciones y que, en definitiva, los vinos son para beberlos y no para diseccionarlos.

pisto

26 Comments

  1. enric murio

    Todo es relativo sin duda. Vaya por delante que mis conocimientos enologicos son mas bien rudimentarios pero no puedo estar mas de acuerdo con que el tema es de lo mas atractivo. Se trata de analizar hasta donde se puede confiar en los sentidos de personas entrenadas en su juicio sobre la calidad de un determinado objeto, en este caso el vino. Por lo que explicas y muy bien, parece que el juego esta en que, tanto el elemento de medida como el objeto de medicion estan en continuo movimiento y por lo tanto la lectura es variable. Salvando las distancias o quizas no, recuerda a la teoria de la incertidumbre cuantica. En este caso, tanto el vino como el catador se influencian mutuamente al margen de una miriada de variables que hacen imposible un juicio «cientifico». Podriamos decir que en las condiciones en que se celebro una cata particular, el vino que mas gusto fue uno determinado, eludiendo calificaciones absolutas. Yo te propongo una cata inversa, en la que sean los vinos quienes juzguen a sus catadores. La misma cohorte de caldos enfrentada a una serie de grupos de catadores. Cada catador con su numero por supuesto. El analisis estadistico permitiria establecer un ranking de catadores segun su coherencia.
    (texto sin tildes)

  2. pisto

    Enric,

    no te lo vas a creer, pero eso ya se hace. En las catas del Grand Jury Europeen, existe un trabajo estadístico posterior en el que se sitúa a los catadores en un mapa bidimensional, de modo que se analizan sus similitudes y diferencias.

    pisto

  3. Las catas a ciegas son complicadas y sólo tienen cierta utilidad en un ámbito netamente profesional. Entre aficionados no son más que un juego poco vinculante y que siempre lleva a conclusiones erróneas. Pero, eso sí, permite a algunos aficionados creer que son profesionales.

    Tu última frase resume la esencia del asunto: «los vinos están para bebérselos no para diseccionarlos».

  4. Yeu el Gastro

    «En tercer lugar, porque obliga al catador a ser humilde y a no dar nada por sentado (este vino famoso tiene que ser bueno).»

    No sé, para mí se está siendo (demasiado) humilde cuando se presume que la marca te cierra la boca en el apartado cualitativo. Cuando tú opinas a ciegas es cuando por fin estás siendo lo contrario. Pero todos hemos probado castañas con pedigree a etiqueta descubierta. Y ahí se detectan los posibles TCA encubiertos que adulteran muchas catas a ciegas, por cierto.

    A mí me gustan las catas a ciegas con propósitos evaluativos no necesariamente comparativos: llegan 12 novedades y las pruebas sin prejuicios. Tres veces, tres datos: identificación genérica sin marca (sólo añada, tipo, origen), precio, nombre. Si tienes la suerte de que te llegan 6-12 vinos de idéntica tipología, o tienes que evaluarlos profesionalmente para importar/distribuir/vender uno solo, entonces es otra historia, no muy distinta, pero en la que sí conviene ser tan riguroso como describes arriba. Y con menos de lo que has descrito no vale; ahí coincido plenamente.

  5. Gastro, uno que deba calificarse como buen catador no piensa eso de «este vino famoso tiene que ser bueno». Ahí está la gran diferencia entre un verdadero profesional (capaz de evaluar objetivamente un vino a botella vista) y un aficionado con pretensiones (que necesita que le oculten cosas para no sentirse influenciado).

  6. Ligasalsas

    No acabo de comprender la línea argumental.

    Es decir, ¿Qué ventajas tiene catar con etiquetas? Yo normalmente me encuentro en las catas con auténticos loros de repetición que vienen con la ficha hecha en la cabeza.

    También discrepo con Encantadísimo en una frase, no creo que haya cata alguna que lleve a conclusiones erróneas si el catador es sincero consigo mismo. No existe el error en lo que uno percibe, porque es absolutamente subjetivo. Puede haber errores en la comunicación de lo que ha sentido, pero quien tiene personalidad, jamás se equivoca en lo que percibe de la misma manera que uno no percibe el azote en lomo ajeno.

    La sugestión es la perversión de una cata.

  7. Ligasalgas, el error está en la cata en sí. Los vinos no están pensados para beberlos en chupitos y mezclados entre ellos sino para darles tiempo y vida en una mesa. Para mí está clarísimo que un mismo vino no se comporta de igual forma en una cata entre varios (ciega o no) que a botella completa y con comida. Entre ambas situaciones, sin duda, la evaluación correcta de un vino es la obtenida en la segunda. Concluyo entonces que las catas entre aficionados sólo sirven para entretenerse y, de paso, marear la perdiz.

  8. pisto

    La línea argumental es que la cata ciega tiene ventajas e inconvenientes, que no hay verdades absolutas y que en el campo de lo perceptual las cosas nunca son tan fáciles como parece.

    En cuanto a las ventajas de cata a etiqueta vista, a mí se me ocurren varias.

    La más relevante es que en la cata ciega hay una hipótesis de partida: «Existe un paradigma de vino con que comparar lo que tengo en las copas».

    En ese punto concreto, niego la mayor.

    Por poner un ejemplo (que quizá no sea un buen ejemplo). Nos montamos una cata de Premier Cru Clasé de Bordeaux 2005 (peazo cata, por cierto): Lafite, Mouton, Margaux, Latour y Haut Brion.

    ¿Qué sentido tiene catarlos a etiqueta tapada? Lafite, para ser un gran Lafite, tiene que ser un poco más austero y elegante que Mouton, que debe ser un poco más gourmand. Si no sabes lo que estás catando, y cómo es un gran vino de esa bodega, la cata pierde validez.

    Me diréis, no sin razón, que estamos en un nivel tremendo. Pero ¿no podríamos decir lo mismo de un Dominio de Atauta 2005 y un Emilio Moro Reserva 2005? ¿Tiene sentido compararlos a etiqueta tapada? Hacemos una cata de Riberas 2005. Si resulta que los dos nos gustan mucho (90 puntos, por poner un ejemplo), y apuntamos «carnoso» para Atauta y «elegante» para Moro. Al destapar, ¿podemos concluir que nuestras impresiones son correctas? No concibo un Atauta más carnoso que elegante o un Moro más elegante que carnoso. La cata ciega habría fallado estrepitósamente en mi opinión.

    En el trasfondo del asunto, estamos los aficionados que queremos jugar a profesionales y que creemos que por juntarnos con cinco amigos en una mesa con un sistema como el de la cata ciega, los resultados de la cata tienen algún valor. Porque la cata ciega es un sistema interesante, e incluso me parece un magnífico método de aprendizaje, pero no convierte a un ignorante en un experto.

    Un experto es el que se ha pasado por la nariz, la boca y el cerebro cinco mil vinos de la Ribera del Duero y es capaz de saber si ese Emilio Moro es un buen Ribera representativo del estilo de Emilio Moro.

    En fin, como decía al principio del mensaje… un tema muy interesante y, a la vez, muy complejo.

  9. Ligasalsas

    Niegas la mayor Encantadisimo :).

    Yo creo que una cata para que esté bien hecha debe estar muy bien pensada. No es lo mismo comparar peras con zanahorias, que comparar diferentes tipos de peras o maduraciones.

    Por supuesto que catar no es lo mismo que beberse el vino, pero es que cuando uno bebe un vino normalmente come, y eso es un elemento exógeno muy fuerte. Un vino puede ser fantástico en una cata y pesadísimo para comer. Uno está pensado para correr los 100 metros y el otro los 1.500

    Pisto, si el que es carnoso te resulta elegante y viceversa, no me parece algo malo per se. Ahí es donde entran las limitaciones del catador. Pero no te olvides que leer la etiqueta y ver que te has equivocado en tus percepciones no hará que el vino te sepa diferente.

    Es que yo pienso que las catas son para uno mismo, no para los demás excepto si uno se dedica a esto.

  10. Debate interesante. Entiendo las catas a ciegas como un divertimento para los que somos aficionados. Cualquier otra meta la entiendo como mera perversión, por cuanto hay demasiados elementos en la variable.
    Y no entiendo el disfrute del vino sin su mejor comañía, la comida.
    Salut!
    Joan

  11. tonalin

    En honor a la verdad, y, al menos para mi, que asistí a la cata de la que habla pisto, el único motivo por el que me puedo alegrar de que un vino de 20 euros me guste más que uno de 50 es porque puedo permitirme comprar más botellas.

    En el grupo hemos hecho medio centenar de catas, unas a etiqueta descubierta, y otras ciegas. He de decir que, en mi caso, que no conozco la mayoría de los vinos, ni tampoco su precio, más que aproximadamente, creo que no me influye en demasía ver la etiqueta o no (por ejemplo, no conocía nada de ninguno de los 6 vinos que tomamos el otro día), pero prefiero las catas a ciegas, me parecen más divertidas.

    El otro día, por cierto, los vinos estaban de escándalo tras la cata, cuando cenamos con los restos. Y es que una buena comida y una buena compañía mejoran a cualquiervino……

  12. enric murio

    No tengo la mas minima duda de que en el mundo hay expertos profesinales que han educado sus sentidos para analizar con certeza diferencias y calidades de cualquier producto imaginable. Grandes multinacionales invierten ingentes cantidades de dinero para preveer el impacto comercial de un nuevo lanzamiento. Por ejemplo, seguro que muchos recordais una campana a principios de los 80 que se llamaba «El desafio de Pepsi». Se trataba de catas ciegas en la que Pepsi se mostraba superior a Coca Cola. Tal fue la preocupacion de esta ultima que se pusieron a trabajar para lanzar al mercado un producto parecido a Pepsi, la «New Coke». Segun las catas a cientos de miles de ciudadanos, la New Coke era mejor. Fue uno de los fracasos comerciales mas importantes de Coca Cola dejando aparte su experiencia con el agua mineral del grifo. El analisis del porque encontro dos causas principales que seguro que os son familiares a los enologos: una cata o sorbo del producto no refleja el comportamiento del consumidor y su opinion sobre el producto cuando se beben latas enteras. En segundo lugar esta lo que se conoce como efecto transferencia. La gente bebe latas de cola con su color y marca experimentando no solo el efecto fisico organoleptico intrinseco a la bebida, sino que tambien sufren un efecto de transferencia de lo que supone consumir un producto determinado. Dudo mucho que los propietarios de grandes vinos de Burdeos tengan mucha simpatia por las catas ciegas, pues se pierde el efecto transferencia de lo que representa beber un grand cru. Coca Cola cometio el error de creer que solo vendia una buena cola en vez de todo un estilo de vida. Os recomiendo un libro, Blink de Malcom Gladwell que habla de estas cosas y otras reacionadas con la capacidad de la mente para conocer. Por lo demas, continuare bebiendo vino en condiciones estandar.

  13. Amigo Pisto,

    En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, no comparto en absoluto los argumentos que expones como ventajas de la cata a ciegas. Tómatelo como una opinión mía, no hay nada de cuestionamiento personal en mi exposición, pero sí de los argumentos que utilizas.

    En primer lugar para mi un vino es lo más alejado de algo científico. La comparación con el proceso de revisión de publicaciones no me parece por tanto en absoluto acertado. Deducirás rápidamente que me parece absurda también una notación numérica al estilo de resultado de examen científico, aunque este no es el tema que nos ocupa.

    Dices también que «eliminando información exógena se evita que en la valoración del vino exista una componente espúrea (no relacionada con la calidad intrínseca del producto)». A ver, a ver, … Quizás partimos de concepciones distintas de los que es un vino. Para mi no hay información exógena al vino. El vino comienza a gestarse en la tierra donde crece la cepa de donde procede la uva que un viticultor mima y vendimia, y que alguien después acompaña (idealmente, en mi opinión), en el proceso de evolución de zumo de uva a vino. La información que aparece en la etiqueta sobre la añada, región o elaborador es para mi inseparable de lo que tú llamas «el producto». La única información exógena (y además inservible) son las marketinianas notas de cata que suelen venir incorporadas en la contraetiqueta de vinos a modo de manual-de-instrucciones-para-que-no-pienses-por-ti-mismo-nosotros -te-decimos-lo-que-este-vino-te-ha-de-contar. Lo de la calidad intrínseca del producto es otro concepto que no entiendo. En este caso todavía mucho menos incluso para quien guste de analizar estas cosas desde el punto de vista del marketing, y no del disfrute. No hay calidad intrínseca porque somos personas, sujetos, y por tanto nuestras percepciones sensoriales son siempre subjetivas. Creo yo.

    Dices que «permite al catador concentrarse en lo realmente importante, el producto a evaluar.». Me remito a mi argumento anterior. Depende si se ve el vino como «ese líquido inanimado encerrado en una botella» o como otra cosa.

    Dices que «obliga al catador a ser humilde y a no dar nada por sentado (este vino famoso tiene que ser bueno).». No veo aproximación más humilde al vino que acercarse a él sin artificios, escuchándole y tratando de interpretar lo que nos quiere decir. Por el contrario, veo más prepotente y snob el acercamiento al vino del coleccionista de etiquetas, que precisa esconder su fetiche porque le han dicho que es la forma más «objetiva» (¡!) de «analizar» un vino.

    Para mi la cata a ciegas no pasa de ser un jueguecito con el que en el mejor de los casos en ocasiones se puede pasar un rato de risas, pero poco más. Eso para los aficionados como yo. Más allá no les veo la gracia… Para los profesionales, si necesitan esconder la etiqueta para no verse influenciados me pregunto si serán comerciantes de vinos o comerciantes de etiquetas.

    El vino es, en mi opinión, para beberlo, no para catarlo. Creo entender que es lo que tú también vienes a decir en tu última frase. Y beberlo en el contexto de saber de dónde procede, quién lo elabora, cuáles son sus motivaciones o las dificultades que tuvo que afrontar en una añada particular (por mencionar sólo algunos aspectos), a mi me parece fundamental.

    Un fuerte abrazo,

    Sobre Vino

  14. Yo también le dediqué mis buenos ratos a analizar por qué no creo en las catas a ciegas ni las practico. En mi opinión sólo son realmente útiles, si están muy bien organizadas (tal y como describes tú mismo), cuando se persigue una puntuación, dar un premio, construir un ránquin, etc.
    Del resto, no me creo nada más allá de otro argumento que ha salido a favor: ¿funciona porque me lo paso bien con las catas a ciegas? Pues perfecto porque siempre creo que lo mejor es que la gente se lo pase tan bien como sea posible, en el vino y en lo que le apetezca.
    Yo no lo paso bien no conociendo qué pruebo y a estas alturas de mi película y no debiéndome a nada más que a mis sentidos y a mis ganas de aprehender, sé desligar bien qué bebo y siento de la marca que estoy viendo y leyendo. Otra cosa es que se me crea, claro…
    Saludos
    Joan

  15. enric murio

    Me parece que estamos llegando a cierto punto antropocentrico con la necesidad de «escuchar al vino y tratar de interpretar lo que nos quiere decir» aunque sea en sentido figurado. En cuanto a averiguar por ejemplo las dificultades que se tuvieron que afrontar en una deteminada cosecha, es una exigencia completamente fuera de mis posibilidades en un mundo gobalizado en el que estan al alcance de mi mano vinos de California, Chile o Sudafrica, que no estan mal aunque les pese a los bodegueros de siempre.

  16. Enric,

    Mi referencia a escuchar al vino tenía toda la intención. Me refiero a que, para mi, es importante entender el vino en su contexto y desde una vinculación al lugar del que procede. ¿Cómo comprender si no los rasgos oxidativos de vinos del Jura, sin conocer cómo se elaboran?

    Claro que para unos cuantos millones de botellas de vino, muy especialmente procedentes de la industria (sí, industria) chilena, californiana o sudafricana (ojo, que también española, francesa, italiana, …), probablemente no habría diferencia en que no portaran etiqueta ninguna. La cata sería ciega, e igualmente impersonal. No crítico aquí ningún estilo de vino en particular; sólo apunto que hay mucho vino industrializado que, ni a ciegas ni de ninguna forma, yo no soy capaz de atribuir a un origen concreto. Eso, que para mi es fundamental, para otros quizás no lo sea tanto. Buescamos cosas distintas en el vino.

    ¿A qué bodegueros de siempre te refieres?

    Un abrazo.

  17. pisto

    Enric,

    por supuesto, a los vinos famosos, con fuerte capital de marca, no les gusta lo más mínimo que sus vinos entren en catas ciegas con nombres desconocidos. ¿O es que ya nos acordamos de cómo una cata logró poner al Torres Mas La Plana en el mapa vinícola mundial?

    Sobrevino,

    en el fondo estamos de acuerdo. Si lees con detenimiento mi análisis de puntos a favor y en contra, verás que niego la hipótesis de que exista un vino paradigmático. Para mí, un Meursault Genevrières y un Meursault Tilles no son comparables porque son dos vinos de dos parcelas distintas. Y sólo es posible evaluarlos cualitativamente si uno sabe a qué huele y sabe un Genevrières. Creo que estamos más de acuerdo que en desacuerdo.

    Enric, de nuevo: llegado a un punto, uno puede llegar a escuchar lo que un vino tiene que contarle. No olvidemos que los vinos son materia viva, sujeta a unas condiciones de partida (las de la finca, la climatología de la añada, el elaborador) que va evolucionando y que, como buen ser vivo, tiene días mejores y peores. Los vinos se estresan, se relajan, hay días que se abren y otros son herméticos. A veces te transmiten una tensión, y a veces te relajan. No sé si es antropocentrismo o vinocentrismo 😉

    pisto

  18. enric murio

    Vale, vale, vale a los dos. Me rindo. Veo que sois unos apasionados del vino y sabeis de lo que hablais. Concededme el beneficio de la duda. Ya dije muy al principio que mis conocimientos sobre este tema son de usuario elemental. Donde vivo el Bordeux se llama claret y los vinos de alta expresion no se encuentran facilmente, pero es que ademas, no me los puedo permitir. Seguramente en estas catas informales uno puede acceder a vinos mas alla de un buen Ribera de Duero. Pero no me negareis que en todo esto no hay cierto componente de snobismo, con todo su metalenguaje exoterico mas propio de una experiencia mistica.
    Es un placer leer vuestras opiniones.

  19. Enric,

    Apasionados… ¡sí! Snobs, no.

    Debes vivir en un sitio maravilloso, donde el Burdeos TODAVÍA se llama claret y no hay vinos de alta expresión. El vino nunca fue snobismo. El snobismo en el vino es una actitud bastante reciente, y da la casualidad de que coincide en el tiempo con la llegada de los vinos de alta extorsión.

    Abrazo.

  20. pisto

    Sobrevino,

    disiento. Snobismo en el vino lo ha habido, lo hay y lo habrá.

    Yo a lo mío prefiero llamarlo enochaladura, como tu.

    Enric, lo de la experiencia mística… no sé. Hay quien bebe vino por el mero hecho de pasar la comida. Quien lo bebe por impresionar al cliente. Quien lo hace por el placer que le proporciona… y yo procuro no juzgar a nadie.

    Para mí, una buena copa de vino es una fuente de placer. A veces es una copa de vino sencillo y agradable al salir del trabajo. A veces es una copa de un vino más especial y, a veces, de precio más elevado. A esos vinos les pido que justifiquen su precio y me transmitan algo. De lo contrario, no compro más 😉

    pisto

  21. BUen post y debate.

    Yo, apasionado reciente a esto del vino, creo que importa poco si es ciega o no: al fin y al cabo, lo que hay en la copa es lo mismo. La etiqueta facilita la cata porque añade información, permite situarse y empezar un poco más adelante. En cuanto a la influencia de las etiquetas más prestigiosas, al menos en uno, puede influir en el grado de expectativas, en la predisposición, y es probable que encare uno con más ilusión un «Salon» que un «Mano a mano». Lo mismo que uno va con más expectativas a El Bulli que a Casa Maruja, que no sigifica que en Casa Maruja no se pueda comer estupendamente, y que incluso uno tenga más días para Maruja que para Adriá.
    Creo que esas expectativas influyen poco en el resultado final de la cata, y así hemos tomado vinos con etiquetas legendarias que han hecho honor a su fama y otros que no o que , simplemente, no hemos entendido. Lo mismo que me ha pasado con los restaurantes. No descarto que uno sobreestime, en todo caso, su objetividad en este punto, sobre todo después de leer sobre un estudio reciente que concluía que esa distinta predisposición activaba las regiones cerebrales asociadas a las sensaciones de placer, lo que hacía que un mismo vino se valorara mejor.
    Lo que sí me parece más importante, por ejemplo, es el modo de cata, y el mejor me parece precisamente esa cata de vinos entre amigos. POrque las expectativas de pasarlo bien estoy seguro de que también activa esas regiones. Porque el número, normalmente un máximo de cinco o seis vinos, no produce esas fatigas palatales. POrque no se escupe el vino. Porque permite revisitar el vino varias veces, e incluso dejarlo evolucionar durante un par de horas en las habituales sobremesas. También permite un intercambio de información que muchas veces añaden detalles que se te habían pasado, que si me importan en algo es porque me permiten disfrutar más del vino. Y sobre todo porque el vino creo también que está asociado más a la celebración y al disfrute del mismo que a su disección. No olvidemos que un perro, si pudiera hablar, lo haría mucho mejor que el mejor de los catadores.

  22. angel

    Pisto,
    en primer lugar, enhorabuena por el post, creo que es francamente interesante.
    De todas las opiniones comentadas (todas interesantes y bien argumentadas) yo tiendo a estar de acuerdo con sobrevino. De alguna forma me pasa lo mismo con el vino que con la pintura: soy solo un aficionado y me resulta casi imprescindible tener un mínimo de información para apreciar en toda su plenitud un vino o un cuadro.

  23. Joaquín

    He leido un poco esta entrada de blog y por lo que parece eres un entendido en vinos (no se si catador profesional), yo de vino la verdad es que no entiendo mucho ó nada. Solo se si me gusta el vino que estoy provando o no. Y me gustaria hacerte una pregunta.
    Tengo dos botellas de un Brunello di montalcino tinto reserva del 85, vienen numeradas porque son parte de una tirada limitada que saco la bodega. Son un regalo que me hizo mi tio antes de morir y tienen mas valor sentimental que el que pudieran tener economico. Pero me gustaria conservar el vino para poder consumirlo algun dia. Un compañero me comento que deberia de cambiar el corcho para que el vino aguante mas tiempo en la botella, ¿deberia hacer esto?, ¿o no es imprescindible hacerlo para su consevacion?. Gracias por su/vuestra ayuda agradeceria que me mandaran respuestas a mi mail jkim201@hotmail.com

  24. pisto

    Joaquín,

    en cuanto a la conservación de botellas, yo no me preocuparía sólo del corcho. ¿Dónde han estado esas botellas? ¿Dónde las vas a guardar tu? Eso me parece más relevante que el corcho.

  25. Hola a todos,veo que el tema trae cola,bueno solamente comentarle que estamos comercializando el Juego de Cata a ciegas,VINO A CIEGAS,es una manera un poco mas chic de practicarlo y pasárselo bien.
    El juego consta de 4 fundas o 6 fundas negras que se adaptan perfectamente a la botellas ,con un díptico explicativo para poder realizarla de una manera sencilla y una caja metalica para poderse transportar facilmente,las fundas son muy atractivas.El precio es 18 euros y estamos vendiendola a tiendas,distribuidores y consumidores,el precio va a depender de la cantidad requerida.
    Si quieren ver más pueden encontrarnos en Facebook o en la pagina web: http://www.vinoaciegas.com
    Desde ya muchas gracias

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