Asturianos, la taberna

Asturianos

Un lugar imprescindible para entender el ritmo de la capital del reino. En esta taberna (Vallehermoso, 94. Madrid), donde nada es casual pero al tiempo las cosas parecen suceder por casualidad, uno se puede tropezar una estupenda morcilla, unas fantásticas carrilleras o un plato de pote asturiano que unos días lleva un poquito más de caldo y otros días un poquito menos, pero siempre está bueno. Dicen, también, que hacen una magnífica fabada (faltaría) y damos fé que el flan de queso fresco está muy bueno.

La quintaesencia del local está, por un lado, en el apabullante ritmo de sus dueños, al mando de la cocina en el caso de la madre y del servicio a cargo de los hijos. Seguirles el ritmo, aunque sólo sea con la conversación, es bastante complicado. Y, para más deleite, es éste uno de esos pocos restaurantes en los que sales con dolor de barriga, pero de tanto reír. Claro, es necesario que la complicidad se haya instalado en primer lugar pero eso es fácil si uno se deja agasajar por la locuacidad de Alberto y Belarmino.

En la terraza, lo mismo te encuentras una aeromoza despistada que una comida entre empresarios que no vacilan en pedirse un Petrus o una actriz porno en edad de merecer y eso, claro, le da el toque definitivo. Asturianos es, sin duda, un lugar cosmopolita, donde se congregan todas las castas (las sociales y las enológicas), donde lo único que hace falta para disfrutar es tener ganas de pasarlo bien y fuerza de voluntad para resistirse a la magnífica selección de vinos.

pisto.

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