La Ferme de la Sansonniere

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Dos veces he tenido la suerte de compartir un rato con Mark Angeli, el alma tras el antiguo Domaine de la Sansonniere, hoy re-denominado La Ferme de la Sansonniere. Este corso orgulloso de su espíritu rebelde tiene, en sus parcelas de Thouarcé, algo más que su modo de vida. Tiene todo un proyecto vital.

Estudiante de química reconvertido en cantero y luego en viticultor, compró en 1990 una parcela relativamente pequeña (unas 8 hectáreas) en pleno corazón de la minúscula D.O. Bonnezeaux, famosa por sus vinos dulces realizados a partir de la variedad chenin blanc atacada por la botritys. Y, desde entonces, ha estado mejorando sus fincas en busca del mejor vino.

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En la foto se pueden apreciar, en primer plano, los viñedos de La Lune, el vino blanco más asequible de la propiedad, y que es habitual en establecimientos prestigiosos como Lavinia. Ojo, que asequible no quiere decir malo. Nótese que, al fondo de la foto se encuentran las viñas a partir de las cuales se hace el mejor vino de la propiedad, «Les Vignes Françaises en foule», una plantación experimental con una densidad de, pásmense, 40.000 plantas por hectárea (por comparar, el número promedio de plantas por hectárea en Ribera del Duero anda por las 2500, y la densidad de La Lune es de 8.000). Tal es la densidad que las plantas, sin portainjertos, tienen que profundizar decenas de metros hasta que encuentran alimento y, aún así, el rendimiento es de 15 hectolitros por hectárea, cuando el rendimiento promedio en la zona es más del triple. El resultado es que algunas cepas no llegan ni a dar un racimo. Y que el vino es estratosférico, aunque lo tiene verdadero merito es encontrar una de las escasísimas botellas (no llega a dos barricas!!!) del Blanderies en foule.

En la foto del encabezado vemos las prensas tradicionales que aún se usan en el Domaine, cuya zona de elaboración tiene el tamaño de la salita de estar de mi casa. Cinco depósitos, el más grande para La Lune, un poco menor para Les Fouchardes, un poco menor para el Vielles Vignes, aún más diminuto para el Vignes Françaises y del tamaño de un barreño para el Vignes Françaises en foule. Para finalizar, un concentradísimo Bonnezeaux y un delicioso rosado que, año tras año, es descalificado por el comité de cata de la A.O.C. Rosé d’Anjou y que Mark Angeli embotella como Vin de Table bajo el nombre «Rose d’un Jour». Nos contó Mark Angeli la historia del vino. Después de experimentar con una variedad tinta (grolleau gris) muy usada en la zona para los rosados de la citada A.O.C., probó a dejarlos en la cepa hasta que la botritys lo atacó. Lo prensó y lo dejó fermentar y, aunque sorprendido, lo embotelló. Unos meses después, un paisano de la zona lo probó en la bodega y le dijo que era exactamente igual que los vinos que se hacían antes de la guerra (la Segunda Guerra Mundial). Suficiente argumento para este loco de lo auténtico que, a pesar de ello, ya ha desistido de embotellar bajo la etiqueta oficial. El vino del año 2004, a pesar de que le habían prometido darle el visto bueno, al final se lo denegaron, cuando ya tenía las etiquetas en la bodega. Así que… nunca más (o eso dice él).

Desde hace un par de años, consciente de la necesidad de equilibrio en el viñedo que es inherente a la biodinámica (no, no vimos cuernos de vaca por allí), ha instalado panales de abejas, árboles frutales (manzanos) e incluso ha arrancado viñas de cuya producción no estaba orgulloso para mejorar, en la medida de lo posible, sus ya magníficos vinos.

Así que, no lo olviden, si se les presenta en el camino uno de sus vinos, no lo duden. Es, además, de una regularidad pasmosa, como si las inclemencias del tiempo en una zona tan al norte no le afectaran.

pisto

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