Güeyu Mar (Playa de Vega)

Güeyu Mar

No vamos a pretender descubrirles, a estas alturas, un restaurante como Güeyu Mar, porque ya hace seis años que Pepe Iglesias glosaba sus virtudes en un artículo de su Enciclopedia de Gastronomía, y hace un año que José Carlos Capel le dió un fuerte espaldarazo que culminó con el premio al mejor chiringuito o restaurante de playa (coincidirán conmigo que hay que joderse con la categoría en cuestión) en Madrid Fusión 2014.

Pero lo que sí podemos es  intentar contarles lo que allí se come, por qué se come como se come y cuáles son las inquietudes de Abel y Luisa, a quienes encontraremos siempre al pie del cañón en su enclave bastante apartado de la civilización en la preciosa y bucólica Playa de Vega, convertida en una playa de piedra por los últimos temporales del Cantábrico que se han llevado la arena para ir devolviéndosela léntamente, como tantas veces ha pasado.

Al llegar, lo primero que llamará nuestra atención es «la joyería», una góndola refrigerada donde se guardan las joyas piscícolas del Cantábrico que luego terminarán en nuestras mesas. Por su proximidad a la parrilla, allí nos encontraremos a Abel que, si tiene tiempo, se prestará a mostrarnos los calibres de las piezas de ese día.

E incluso nos explicará las diferencias entre Rey, Virrey, Besugo Alfonsino y Palometa Roja, términos y denominaciones confusos de las que ya hemos hablado en el pasado en este blog.

Güeyu Mar es un restaurante de producto en el que no hay demasiado mise en place más allá de la preparación de las brasas, pero no nos parece justo entretener al cocinero cuando empieza a ser necesaria su presencia frente al fuego, así que optamos por sentarnos a la mesa, no sin antes fijarnos en la parrilla que está justo detrás del mostrador.

Es posible que le hayan dado un premio como chiringuito, pero Abel y Luisa ponen mucho cariño en hacer que el cliente se sienta a gusto, y eso se nota en pequeños detalles como la mantelería y cristalería o el cariño que hay en una cesta de panes muy cuidada, con panes blancos, boroña típica asturiana, panes secos para ir haciendo boca, etc.

En un día de frío, te sorprenden con un vasito de caldo de pescado de los que te reconfortan y te preparan para el festival que a continuación va a desfilar frente a tu plato.

Tras el aperitivo, empiezan a llegar los entrantes propiamente dichos, desde unas zamburiñas levemente asadas a la parrilla, con el humo mínimamente presente pero añadiendo un toque de complejidad.

Continuando por un clásico de la casa, como es el salpicón de bogavante, que en esta casa se presenta bastante ligado y con mucho animal y muy poca cebolla.

O siguiendo por esa reina de los crustáceos que es la langosta (poco frecuente en el Cantábrico, por lo demás), a la plancha en esta ocasió, por sugerencia de Abel.

Entramos en el asunto principal, y nos sorprenden con el mero más jugoso y sabroso que hayamos comido jamás. En un punto imposible de jugosidad, sabor, firmeza y, de nuevo, un toque de humo tan leve que no satura nunca pero redondea la experiencia.

Y, al fin, su majestad el Rey hace su aparición. Una pieza grande, por encima de los tres kilos, que como habrán leído en el artículo de Capel citado arriba, es troceado previamente a su asado y luego puesto en la parilla, tapado con una campana, luego destapado… con la maestría que sólo los autodidactas podrían explicar.

Carne jugosa, mínimamente pegada a la espina pero, al mismo tiempo, perfectamente cocinada, bocados grandes de pez grande y majestuoso, a la altura de los mejores pescados a la parrilla que hayamos tomado en nuestra vida.

Tras la proteína, si el cuerpo nos pide algún hidrato, es muy recomendable la tarta de queso que Luisa elabora de forma clásica al horno usando un queso con carácter como el afuega’l pitu y que, sin embargo, combina la acidez y la potencia del queso con un dulzor perfectamente medido. Acompañada de una mermelada de higos fráncamente buena.

Tras el festín ya sólo nos queda  darnos un largo paseo por la Playa de Vega y volver a sentir el aire del mar en nuestra cara para que nos vuelva a entrar hambre y… nos quedemos a cenar. Allí nos volveremos a encontrar a Luisa y Abel, quizá probando alcachofas en distintas preparaciones para decidir cuál incorporar a la carta, o probando armonías entre un vino y uno de los platos para poder proponer combinaciones sorprendentes a los clientes. Reciéntemente, se les metió entre ceja y ceja que había que hacer algo con ese lujo que es la angula y, además de comprar la primera captura deo otoño del 2013, se atrevió a ofrecer raciones de angula a 30€ cuando la rula así lo permitía.

Su cabeza parece estar siempre bullendo nuevas ideas, palpando lo que de ellos se cuenta en las redes sociales a través de su cuenta de twitter @GueyuMar o su instagram . La última preocupación de Abel es encontrar un profesional de sala que sea capaz de trabajar la carta de vinos que ha ido confeccionando en los últimos años. Una carta que es el resultado de la inquietud y la voluntad de perfección de la que ya hemos hablado y en la que la política de precios invita a pedir buenos vinos. Sea como sea, se les ve felices en la cocina y en la sala lo que es, en realidad, lo mejor que le puede pasar a un profesional de la hostelería.

No se vayan a engañar, comer en esta casa no es asequible. La materia prima es de primera calidad y eso hay que pagarlo. Los pescados están en la frontera de los 30 euros por ración, entrantes entre 15€ y 30€ (18 las zamburiñas, 27 el salpicón de bogavante), postres 6€, lo cual nos lleva a una factura por comensal de unos 50-60 euros si no se nos va la mano con las raciones pedidas porque nos apetezca todo (confieso que nos ha pasado) o nos animemos a aprovechar los precios de la carta de vinos. Pero, al fin, resulta barato porque la calidad está ahí.

pisto

Restaurante Güeyu Mar
Playa de Vega, s/n (mejor tomar la salida de la A8 por Ribadesella Oeste que la que indica Caravia)Tlf. 985 860 863
http://gueyumar.es